¡LAS ALMAS EN EL POD!!
April 30, 2024

El silencio no existe

Hace unos meses estoy obsesionado con el silencio en la música. Escuchando a Charles Hickey en su podcast sobre la historia del rock en 500 canciones, me encontré con el origen de The Velvet Underground. Una de las cosas que cuenta Hickey en el podcast es la historia de '4:33' de John Cage. 

A partir de ese momento comencé a pensar que el silencio en realidad no existe. Este fin de semana, meses después de quedarme con esa idea en la cabeza, retomé la lectura de un bello libro de Ben Ratliff titulado 'Every Song Ever'. En ese libro, Ratliff hace un repaso por una interesante época de la música en la que el silencio se volvió protagonista de la música de ese momento. 

Ratliff hace un estudio de este asunto. Me llamó la atención porque concuerdo con él en varias cosas sin haberlo leído. Una de ellas es que la música es un poderoso lubricante social, y por esa razón cantar y bailar se hacen con frecuencia en comunidad, en conciertos, carnavales, festivales o fiestas. La segunda guerra mundial, con su estruendosa muerte propagada por el mundo, produjo una introspección en artistas como Frank Sinatra, Nat King Cole, The Modern Jazz Quartet, entre otros. Con la aparición de 'In The Wee Small Hours' de Sinatra, los músicos empezaron a susurrar. 

Cuenta Ratliff que quien mejor lo hizo fue Joao Gilberto, quien después de abandonar el grupo Garotos Da Lua, se fue a vivir con su hermana a Minas Di Gerais. Allí encontró refugio y privacidad en un lugar de la casa de ella: el baño. Le gustaba la acústica que generaba. Supongo que para no importunar, Gilberto comenzó a susurrar. 

De esos cantos susurrados en los ecos de un baño en Minas Do Gerais surgieron inspiraciones para legendarias canciones como 'The Girl From Ipanema', que iba contra la corriente de todas aquellas euforias de la música de Brasil. 

Eso transformó para siempre al jazz. Dos décadas después del descubrimiento de esa quietud del alma, Gilberto grabó su famoso 'Álbum Blanco' en 1971, acompañado en la ingeniería de Wendy Carlos, famosa por la banda sonora de 'Clockwork Orange' y 'Switched-On Bach'. Para replicar ese sentimiento del baño de décadas atrás, Carlos le calibró los micrófonos a Joao de manera que lo que uno escucha en ese disco no solamente es la evolucón de la música de Brasil, sino el eco del alma humana, reposada en los mantras de nuestra esencia más pura.