JUGANDO A SER DIOS CON THE KILLS

Alison Mosshart y Jamie Hince están de regreso luego de una pandemia y varios huesos rotos. ¿Qué tanto aprendieron? ‘GOD GAMES’, su sexto álbum, ofrece algunas pistas.

Foto de Myles Hendrik

Estoy en Los Feliz, California para entrevistar a The Kills por el lanzamiento de su nuevo álbum GOD GAMES, y no sé qué me pone más nervioso: hablar con ellos o no tener los trípodes sobre los cuales montar dos cámaras para filmar la charla.

Además no traigo luces, no sé dónde va a ser la entrevista y si la locación no cuenta con iluminación natural, los dos pequeños focos de luz con los que viajé no van a servir a la hora de prender las cámaras.

Pero tampoco sé si va a hacerse en exteriores y estamos a 30 grados centígrados en Los Ángeles, por lo que la posibilidad de que las pequeñas cámaras que traje se recalienten rápidamente si la entrevista se hace al aire libre y el viaje hasta aquí se pierda – al igual que la relación con el manager, la disquera y la empresa de relaciones públicas del grupo, a quienes prometí que iba a hacer la entrevista en vídeo para convencerlos de que me la dieran. 

Hace precisamente un año estaba en este mismo hotel, entrevistando a los Arctic Monkeys y aprendiendo a hacer este tipo de viajes en los que hago todo: el cuestionario, las cámaras, las luces, el transporte, el sonido, todo. Y como suele pasar con este tipo de primeros ejercicios tan “DIY” de periodismo, nunca salen bien.

DIY significa “Do It Yourself” – que en español es “hazlo tú mismo”.

Esa consigna es la que mejor caracteriza a The Kills: toda la vida artística del grupo ha sido una anárquica y preciosa forma de auto gestión. El movimiento DIY al que pertenecen Alison Mosshart y Jamie Hince desde que lanzaron su primer disco ‘Keep On Your Mean Side’ en 2003, es un estilo alternativo de diseminar, distribuir, vender y transar música que se hizo muy común entre bandas de punk, metal y hard core en los ochenta, se estilizó en los noventa y se volvió una utopía en los años dos mil. 

Jamie Hince y Alison Mosshart, The Kills. Foto de Myles Hendrik

Finalmente dos personas conocidas en el área de Los Ángeles me prestan los trípodes, un par de horas antes de verme con Alison y Jamie en el hotel Sunset Marquis. Una de ellas pasa por el hotel donde estoy quedándome a dejar uno de ellos; la otra persona con la que hablo durante el fin de semana por recomendación de una amiga me pide que pase por su casa para recoger el otro. 

La persona que me presta el otro trípode vive cerca al parque Griffith, y cuando voy a buscarlo, me aconseja que “si tienen tiempito, vayan y se dan una vuelta por el parque y suben al observatorio.” Cogí el trípode y le prometí devolvérselo apenas terminara la entrevista. Agradecí y empecé a caminar hacia el parque.

Crucé la calle, muy parecida a la intersección de la calle 39 con carrera séptima en Bogotá, donde coincidencialmente está el parque nacional. Cuando subía hacia el observatorio, noté a un hombre de unos 55 años de edad en sudadera y tenis New Balance, con un bolso de canguro adidas, que refunfuñaba con un perro Beagle. El cuadrúpedo se negaba a caminar en medio del calor de 29 grados centígrados en Los Angeles.

“Come On, man”, le insistía el señor, jalando con insistencia pero sin rabia al terco cazador, que le sacaba la lengua en señal de protesta, como diciéndole: “CÁRGAME. ESTOY CANSADO.”

Frustrado, el tipo accedió a las quejas del muchacho y lo cargó, cruzó la calle y se perdió en la loma a nuestra izquierda. Después de subir un rato, nos dimos cuenta que la caminata nos tomaría más de media hora, y a la mitad de ella, decidimos devolvernos pues no nos daba el tiempo para llegar.

Llegamos al lobby unos diez minutos antes y nos recibió la persona del sello discográfico, llamada Francesca. Nos saludó e invitó a subir con ella. Al abrirse la puerta del elevador, nos encontramos a Alejandro Franco de W Radio México, que bajaba de entrevistar a The Kills.

“¿Cómo te fue?”, le pregunté con algo de nervios.

“Bien”, me contestó. “Están en buena onda. ¡Suerte, “tocayo”!”

Subimos al ascensor hasta el octavo piso y entramos a una habitación pequeña e íntima. Francesca tocó la puerta y abrió Jamie, con un pantalón de cuero, una camiseta color crema y mocasines blancos. “Mucho gusto, Jamie”, dijo con voz grave, británica y seria.

En la mesa había un computador, unos airpods marcados “Alison”, un par de botellas de vino y varias botellas de agua mineral San Pellegrino. “¿Quieren algo de tomar?”, nos preguntó a mi y a Paula. “Algo de agua estaría bien”, le contesté. Destapó una botella de San Pellegrino y nos sirvió dos vasos grandes mientras hablaban de la jornada de prensa con Francesca.

En Youtube

Unos segundos después salió de la habitación Alison. Saludó cordialmente y me preguntó dónde quería que se sentara. Le señalé la esquina izquierda de un sofá esquinero, mientras encendía los micrófonos y se los pasaba a ella y a Hince. Hince se hizo a su izquierda y yo me hice al lado de Hince.

“¿Qué perro tiene usted, Jamie?” le pregunté a Hince. Su cara, una mezcla de experiencia, dolor, sabiduría y rock and roll – MUCHO rock and roll -, marcada por un profundo ceño en las cejas, se transformó. Se le abrieron los ojos con asombro e ingenuidad, y una infantil expresión le quitó el aliento.

Sonrió. “Un Beagle”, contestó. “Ese es mi muchacho, sí.”

“Han viajado mucho”, me aventuré en adivinar, luego de preguntarles qué tal había estado Amsterdam, una parada rastreable en las redes sociales del grupo.

Escuche la entrevista como salió en el programa Mañanas X

“Amsterdam estuvo bien, París estuvo bien, Lisboa estuvo bien, París estuvo bien”, contestó Hince. Alison complementó: “Londres estuvo bien.”

“Fue esta la primera vez que viajaron por fuera de Los Angeles luego de la pandemia?”

“Yo he estado yendo a Londres, pero tuve múltiples problemas además de la pandemia”, replicó Hince.

“¿Qué pasó?”

“Me rompí los dos pies”, dijo con la voz grave y sin mirarme. Me fracturé los talones y me tuvieron que poner tornillos y platinas. Estuve sin caminar 6 meses.”

“OUCH”, dije, imaginándome el accidente en la cabeza sin tener mucha más información. “¿Cómo se partió los pies?”

“Brinqué un muro. Sin zapatos.”

Alison intervino: “el día de su cumpleaños.”

“Pero no fue un tema de borrachera, y mucho menos de deporte”, aclaró. “Nada de eso. ¿Puede usted creerlo? En realidad fue un acto de amabilidad, de generosidad.”

“¿Por qué?”, continué.

“Porque me iba a acostar y sentí que a mi perro lo estaban atacando. Pensé que eran coyotes, porque por donde vivo aparecen con frecuencia. Así que salí corriendo a rescatarlo y como reacción inmediata, brinqué un muro grande y caí en unas escaleras de concreto. Me destrocé los talones. Al final no habían sido coyotes; fue un zorrillo.”

Alison Mosshart, Jamie Hince y yo en Los Angeles. Foto de Paula Betancourth

“And Like a Matador”

Al final de la entrevista, le pregunté sobre el significado de la portada del álbum, una pintura de un torero y un toro. Hince me dijo que la portada no tenía un propósito determinado, que no era necesariamente una declaración de algo. Me contó que el cuadro era “una pintura fea que me regalaron cuando compré la casa y se quedó colgada arriba de la chimenea.”

Añadió que el cuadro empezó a conjurarle ciertos aspectos de la humanidad: “es esta metáfora obvia de la condición humana en una corrida de toros, la crueldad de ella, nuestra forma de tratar a los animales, a la gente, emocionalmente, físicamente, y de cómo nos vestimos según la tradición de lo que hagamos, este comportamiento ridículo y raro que decidimos que excusa todas estas acciones.”

Me pareció curiosa su apreciación poruqe horas antes, en el parque Griffith, había visto al músico en sudadera y tenis, refunfuñando con su perro Beagle, y ahora estaba en esa habitación íntima pero lujosa del Sunset Marquis, con pantalones de diseñador y mocasines blancos. “Supongo que todos nos tenemos que vestir según el papel, como los toreros”, le dije al final de la entrevista.

Hince sonrió, me dio un abrazo y me dijo: “gracias por tomarte el tiempo.”

GOD GAMES ya está en todas las plataformas.

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